Qué… mierda ser autónoma en España

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Desde que ayer leí este artículo de @esdecirdiario no me lo quito de la cabeza. Una mujer como yo, en otra ciudad que no es la mía, sintiendo exactamente lo mismo solo por haber escogido un camino laboral que es, a la vez que un infierno, el mejor regalo que puede recibir alguien que trabaja en lo que realmente le gusta y que disfruta con cada una de las propuestas que lleva a cabo. A veces la cabeza me estalla intentando cuadrar cuentas, preparando papeles. Camino por la calle y de repente recuerdo “¡no imprimí el contrato!” y me lo escribo rápido en la mano para no olvidarlo. Como en un restaurante de Madrid y al rato me hago cruces porque olvidé pedir la factura. La comida estaba realmente buena pero ya me sabe peor. Una notificación electrónica de Hacienda en el móvil y se me mezclan hasta los cuentos que voy a contar hasta que puedo abrirla y respirar tranquila. Tengo los mejores gestores del mundo (Asesoría Jose Antonio de la Calle, ¡gracias!) pero no pueden hacer nada contra un sistema que es injusto y desproporcionado con los que cada día ponemos nuestro granito de arena para sacar adelante nuestro trabajo, con un montón de trabas y pocas ayudas. Leo a Sheila en ese párrafo “hoy me he ahogado en un trimestre. Trimestre unido a una cuota mensual. Unido a un alquiler. A una factura de la luz que sub. A una factura del gas y el agua que también. Al wifi. Al coche que pago. A su correspondiente seguro. A los impuestos. A la gasolina, que no baja. A una cesta de la compra, que sorprendentemente cada día está muchisímo mas cara. Imaginad esta circunstancia unida a la situación mental de mi día a día…” y se me encoge el corazón.

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Que injusto deberle al mundo cada mes mas de 2.000 euros solo por haber elegido montar tu propio sueño, por confiar en tu trabajo y querer llegar lejos; por lidiar con un casero que solo sube y sube mientras tu sigues cobrando los mismos precios; por pagar la gasolina de los desplazamientos y tener contratada a una persona que te ayuda a seguir creciendo, y que crece contigo; por pensar que puedes hacerlo y podrás pero ¿a qué precio?  

Perdonen la sinceridad.

Pero a veces hay que sacarlo de dentro.

Rebeca Martín García