Un libro en blanco

Publicado en SalamancaRTValDía

Tienes delante de ti un libro con trescientas sesenta y cinco páginas en blanco. Toda una historia por escribir, sin argumentos ni guiones. Elige cómo se va a llamar, autoedítate y aprovecha hasta los márgenes si hace falta.

Llénalo de palabras porque en el mundo en el que vivimos nos hacen muchísima falta las palabras. Nos acercan a los que tenemos lejos, incluso a los que ya no están. Nos permiten decir lo que pensamos y si las escogemos con cuidado no tenemos ni siquiera que hacer daño con ellas. Palabras que juegan también, que imaginan y crean. Nos hacen críticos y más fuertes ante los silencios del sistema.

Cuida los signos de puntuación porque pueden cambiar el significado de tu historia. No abuses del punto y aparte pero si lo usas es porque has decidido terminar con ese párrafo y empezar otro distinto. No lo confundas con los puntos suspensivos donde el texto queda inacabado, sin terminar, con la finalidad de expresar matices de duda, temor, ironía… Solo tienes un punto y final. No lo desperdicies.

También puedes ilustrar tu historia. Aunque ahora mismo estés pensando que nunca has dibujado bien, que no eres un artista, puedes hacerlo. No dejes que nunca nadie te haga creer que no eres bueno en algo. Tú puedes ser el mejor en lo que quieras.  Dibuja con la misma ilusión que lo hacías cuando siendo un niño te dejaban las pinturas y un papel en blanco. Eres ese niño, no lo olvides.

Y todos los años sigues teniendo delante ese papel en blanco.

¿Comenzamos?

Rebeca Martín