Nuestro mágico espacio en Salamanca

El 23 de Abril del año 2020 nuestro espacio se inundó. En pleno Estado de Alarma, parece ser que el agua estuvo corriendo por las paredes, las estanterías y el suelo durante días debido a una avería de la vecina de arriba hasta que tuvimos noticia del suceso, por pura casualidad. Empezó ahí un terrible periplo lleno de ansiedad, problemas con los seguros, falta de comunicación, impotencia debido a la situación en la que nos encontrábamos, pena por los libros completamente mojados y perdidos durante el siniestro. Fueron unos días terribles en los que se me pasó por la cabeza dejarlo todo y comienzo a hablar en singular porque a partir de este momento me quiero responsabilizar yo, Rebeca Martín, y no la marca Unpuntocurioso, de todo lo que voy a escribir. Sentí una soledad inmensa en esos momentos en los que ni mi familia podía acudir en mi ayuda porque no era un desplazamiento permitido, el ayudarme a mí a trasladar libros o muebles en un espacio inundado por un suceso fortuito. Eso si, recuerdo con un inmenso cariño a mi vecino de negocio Fernando, de la panadería “El pueblo” que siempre me animaba y me hacia saber que estaba ahí, en la puerta de al lado.

Tenía un seguro que contraté con la idea de no usarlo nunca pero con la tranquilidad de que estaría ahí en caso de necesidad. Me equivoqué. Mi compañía de seguros CASER me negó la asistencia en un primer momento por el Estado de Alarma (cuando posteriormente me informaron por otras vías de que si estaban obligados a acudir) y lo que es peor, desde aquel 24 de Abril hasta el mismo día de hoy no he recibido ninguna indemnización por los libros que perdí en el siniestro. 0 euros. Y no estoy hablando de cuatro o cinco ejemplares sino de todos los que reposaban en la estantería y se empaparon, los de las cajas de bebés que siempre están en cajoneras en el suelo y los de la estantería curiosa que era el orgullo de alguien como yo que lleva toda la vida profesional dedicada a animar a leer y a hacer un fondo propio exquisito con todo el cariño del mundo. Lo perdí. Y mi compañía de seguros estimó que no merecía indemnización. En los momentos mas bajo de todo el proceso pensé en tirar la toalla, en no seguir adelante pero gracias a toda la gente bonita que tengo cerca al final opté por seguir luchando y es un proceso que continua abierto por las vías correspondientes.

No me rendí porque no soy de rendirme. Y viajé a mi pueblo con todos los muebles, los artilugios de cuento, los libros del almacén, las estanterías del baño… Lo dejé en casa de mi abuela y me dispuse a empezar de nuevo, hasta que encontré un local que me llamó la atención desde el primer momento. Necesitaba obra y pintura y mil cosas pero me despertó algo bonito y quise seguir mi instinto. Por eso el 1 de junio firmé el contrato del nuevo Punto Curioso que a partir de ese momento estaría en la Calle Alarcón, 5. Fueron meses (desde junio hasta septiembre) de intenso trabajo físico. Porque al principio, después de haber pasado tanto tiempo en casa sin poder hacer nada, me quise hacer cargo de todo: limpiar, quitar moqueta, barrer, fregar, volver a limpiar, planificar, limpiar, volver a barrer y fregar y planificar de nuevo. Hasta me decidí a quitar el gotelé con mis propias manos, un error que no volveré a cometer de nuevo.

 

Cuando finalmente en Julio Unpuntocurioso volvió a trabajar gracias a la Biblioteca Al Aire Libro del parque de San Francisco y a la Fundación Ciudad de Saberes, lo primero que hice fue sacar a mi trabajadora del ERTE y ponernos en marcha. Las dos con la ilusión de compartir todo lo que no habíamos podido hacer en los meses anteriores. Lorena es fantástica, y su implicación, tanto en os momentos buenos como en los malos, es admirable. También la de Soraya, la otra mitad de Unpuntocurioso, desde Aragón, que mandaba todo su cariño y sus ánimos todos los días aunque fuera a través de la pantalla. La de mi familia a la que le estaré eternamente agradecida. La de mi hermana que es también mi contable y mi parte mas racional. La de mis gestores que me han ayudado infinito a salir adelante. La de otras personas bonitas que aparecieron de nuevo en mi vida y con su ayuda me dieron fuerzas para salir adelante. Fueron momentos muy duros pero a la vez los recuerdo con mucho cariño.

Por la mañana contaba cuentos en el parque y por la tarde preparaba el espacio para contar los cuentos mas adelante. Por la noche caía rendida. Además tenía que encontrar tiempo para gestionar la licencia, seguir peleando con el seguro, buscar a unos pintores (era impensable al final hacerlo todo), visitar una y mil veces la tienda de los obreros (así llamo ahora a “Bricomart”), hacer planos del espacio, comprar mobiliario nuevo, reciclar mobiliario viejo, soñar despierta, comprar libros nuevos, seguir haciendo mas y mas papeleo…

El 1 de septiembre no hubo inauguración pero sí que contamos con los expertos más expertos del mundo mundial para probar el espacio y darle el aprobado. Y aquií vuelve el plural porque nadie sería posible sin ellos. Ellos. Los pequeños curiosos por los que ha merecido la pena todo esto, los que admiraban lo grande que era el sitio nuevo (aunque se parecía mucho al otro porque estaba también la pantera rosa y Felipe el Cactus y los gatos), y se sentaban en sus puntos de lectura después de echarse jabón mágico en las manos. Los mismos que disfrutaban enormemente con las sesiones matinales de cuentos y la posibilidad de llevar “almuerzo”. Con ellos empezamos de nuevo y lo hicimos con un título claro , “Cuidar con libros”, a través de sesiones mágicas en las que descubrimos que era posible seguir adelante siempre que respetásemos estas cuatro máximas: cariño, cuidado, creatividad y cuentos. Desde entonces no hemos dejado de hacerlo.

Las cosas no son como antes pero hemos encontrado una forma distinta de hacerlo. Podemos cuidarnos con historias, integrar las medidas de seguridad como parte de las sesiones, preparar cajas con materiales individuales para las talleres que molan porque son “magic box” o cajas mágicas. Ellos y sus familias siguen a nuestro lado, los mismos que acudían a la Calle Pérez Oliva y que el primer día de los programas tuvieron que poner el GPS. Los que nos han salvado y nos siguen salvando porque con su apoyo en tiempos complicados han impulsado nuestra ilusión, las ganas de seguir adelante, la posibilidad de seguir soñando. Por ellos todas las semanas nos sentamos a compartir ideas nuevas, sesiones creativas que tienen que ver con el momento que vivimos para darle color, para cuidarnos, para sentirnos acompañados.

Por ellos hace unas semanas le dimos una última vuelta al espacio para hacerlo más grande y accesible, porque vendrán curiosos nuevos a los que tendremos que enseñarles cómo nos cuidamos con cuentos, cómo las canciones y los juegos de dedos nos invitan a imaginar y a viajar sin necesidad de movernos del sitio donde estemos. Y por ellos, por vosotros, que estáis leyendo esto, seguiremos haciéndolo. GRACIAS, GRACIAS Y GRACIAS, por sostenernos.

 

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