Los avances en el campo de la neurociencia y mas concretamente de la neuroeducación arrojan conclusiones cada vez más interesantes sobre el funcionamiento de nuestro cerebro y del proceso de aprendizaje. Una de ellas, por ejemplo, afirma que el cerebro se implica de forma diferente cuando explicamos una historia que cuando nos limitamos a enumerar acontecimientos. También dice que la música permanece en él aún más profundamente que las palabras y que la capacidad de generar aprendizajes se prolonga a lo largo de toda la vida.
Con estas premisas es inevitable recurrir al cuento como una de las vías de comunicación imprescindible de la sociedad del presente y del futuro. Ya lo fue en el pasado pero nos olvidamos. Así que vamos a pelear, ahora, por ser con él herramientas de cambio y ayudar a construir sociedades que vean en la palabra oral, con sus ritmos; después en la palabra escrita y visual; y también en su traducción digital, una posibilidad para comunicarse mejor y no gritar con ella, discutir o dudar… sino contar.
Nuestra última experiencia avala esta necesidad y nos apetece compartirla. Hace unos días inauguramos en el Espacio Joven de Salamanca una Escuela de Cuentos para jóvenes con la que pretendíamos trabajar todos los recursos que tenemos a nuestro alcance para comunicarnos a través de historias. Desde las posibilidades que nos proporciona el entorno hasta la personalización de lo que contamos a través de nosotros mismos y nuestras capacidades. No querer ser otro, sino contar algo tan desde nosotros mismos que nadie podría hacerlo mejor. Y eso es comunicar con emoción. Porque la emoción, amigos, es la herramienta indispensable de cualquier historia.
Es precisamente esta emoción la que nos llevó a clausurar nuestra escuela con orgullo, alegría, satisfacción y esperanza. Orgullo porque todos y cada uno de los días fueron un continuo aprendizaje. Alegría porque disfrutamos muchísimo compartiendo con los alumnos nuestras propuestas y también sus propias creaciones. Satisfacción porque es nuestro trabajo del que hablamos, las ideas de dos jóvenes emprendedoras que unen creatividad y lectura para cambiar el modo de ver la educación, la cultura y la sociedad. Y esperanza porque, aunque parecía imposible, la curiosidad se va instalando como alternativa de aprendizaje y eso permite que nuestras actividades salgan adelante y vayan creando escuela.
Porque quizás lo más importante y curioso de todo esto no somos nosotras, amigos, sino vosotros. Ver en vuestros ojos el cambio en las aulas en las que seréis profesores, en las bibliotecas en las que trabajáis o en los proyectos que se van gestando. Saber que lleváis ya dentro una alternativa al cambio que os recordará lo importante que es no gritar, no discutir o dudar… sino contar.
¡Feliz domingo!
Rebeca Martín
(Artículo publicado en SalamancaRTValdía)