Gustavo Adolfo Bécquer era un poeta. Rafael Alberti también. Gloria Fuertes, Rosalía de Castro, Antonio Machado, Gabriela Mistral, Miguel Hérnandez. Y ahora conviven en las estanterías de las librerías con Defreds, Carlos Salem Sola, MARWAN,Elvira Sastre,Loreto Sesma, Roy Galán, LUIS RAMIRO, Rayden,Vanesa Martín Oficial, Pablo Benavente, Miguel Gane, Anne Invierns,Saray Alonso Cuando tú ya no, Sara Búho… Y a algunos les horroriza la idea de que jóvenes anónimos que se dieron a conocer por sus tweets en Internet o por las letras de sus canciones, publiquen en editoriales y convivan con los clásicos. Pero lo cierto es que los jóvenes han vuelto a abrir la puerta de librerías y bibliotecas y se han reconciliado con la sección de poesía. Y allí descubren a los contemporáneos y, con suerte, a su lado a los atemporales.
La gente tiene miedo de que en la actualidad todo se desvirtúe: el invierno ya no es lo que era. Las rebajas ya no son lo que eran. La literatura ya no es lo que era. Y la poesía tampoco. Nos empeñamos en ponernos negativos ante los cambios y resistirnos antes de integrarlos como parte de un proceso y adaptarnos a ellos. No es malo que Roy Galán se lea en los institutos porque anima a los jóvenes a escribir sus propios textos, a comunicarse a través de escritos mas o menos poéticos donde descubren el poder de las palabras para permitirles gestionar algunos sentimientos. O simplemente por el puro placer de dejar que les invadan. Y disfrutarlas. De ahí a Miguel Hernández,Oliverio Girondo o Ángel González hay un paso.
No son los nuevos poetas de Internet los que deberían darnos miedo. Ellos son el reflejo claro de su tiempo. Lo que debería darnos miedo es la incapacidad de encontrar una idea para crear lectores con ellos.
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