Despedimos la biblioteca AL AIRE LIBRO del Campo de San Francisco con una fábrica de cuentos muy especial y con un deseo muy personal: que vuestro verano esté repleto de historias por contar. Gracias por acompañarnos cada mañana y por disfrutar de la lectura a través de los libros, las imágenes, la música o el periódico, pero por encima de todo, gracias por compartirla.
Si de entre todas las cosas que han pasado durante este mes, tuviéramos que destacar alguna, no sabríamos ni por dónde empezar. A lo mejor os hablaríamos del abuelo que coge cómics en secreto para leer en casa, o de la chica que cruzó desde la acera de enfrente para escuchar mejor la nana africana que le cantaban cuando era pequeña. Podría ser la mirada ilusionada de Pablo cuando descubrió los cuentos del parque con su padre o la compañía de Gonzalo y Julio, Rocio y Alba, todos grandes ayudantes. O la disposición de Inés, tan curiosa ya como nosotras. Quizá las familias que tararean la canción del niño Koala, pegadiza donde las haya, o aquel pequeño que cuando escuchó en el cuento el poema de Raúl Vacas que dice “la luna baja del firmamento y todas las noches me cuenta un cuento” respondió muy resuelto “pues a mí me los cuenta mi madre”.
A todos, a todos y cada uno de vosotros, mientras nos alejamos poco a poco, poco a poco, os decimos con una gran sonrisa que “colorín colorado, por este año la biblioteca del parque, se ha terminado”.
¡Feliz verano!