Severiana
Ricardo Chávez Castañeda
FCE, 2010
A veces llega un libro a tus manos como por casualidad, sin saber muy bien de dónde ha llegado o qué es lo que va a contarte. Pero lo abres. Lo saboreas. Lo exprimes. Y cuando lo terminas, te das cuenta de que ese libro, esa historia en concreto, ya es parte de ti.
Severiana habla de desapariciones de menores en una ciudad ni muy pequeña ni muy grande que podría ser la nuestra. De un día para otro, algunos niños empiezan a desaparecer y cunde el pánico entre los adultos. En un mundo que no es seguro, no se pueden exponer a que sus propios hijos desaparezcan, así que primero les prohíben estar solos; después les obligan a ir de casa al colegio y viceversa; les impiden comunicarse a través Internet o del teléfono móvil; y finalmente, deciden que tampoco irán a la escuela. Los chicos protagonistas sufren no solo porque hayan perdido su libertad, sino porque algunos de sus amigos también han desaparecido. Por eso deciden buscar una salida a la intransigencia y la sobreprotección de sus padres. Y la encuentran en un lugar inaudito: en los libros. La lectura es el único lugar en el que, de noche, mientras disfrutan del único momento de soledad del que disponen en sus habitaciones, se encuentran. Leer les permite penetrar a un mundo en el que pueden hacer algo por los desaparecidos, buscarles entre las páginas de las historias escritas que aún les unen; y si no los encuentran allí, todavía les queda una esperanza: escribir sus propias historias.
Precisamente en uno de esos relatos desesperados en los que intentan refugiarse, los niños se imaginan un mundo utópico, muy sencillo, un sitio que ellos definen así: “es una isla plana y la isla está rodeada por un mar sin color y a esa isla sin montañas ni nubes ni sol hay que llevar palabras”. Ese lugar es Severiana. Pero incluso en un espacio inventado por ellos que solo existe en los libros, ¿están de verdad seguros? ¿No puede leer un adulto su texto y perseguirles por sus palabras hasta conseguir que desaparezcan?
Ricardo Chávez Castañeda es un escritor mexicano al que se le considera dentro de la Generación del Crack, junto a Jorge Volpi y Pedro Angel Palou. Tiene una amplia producción en literatura para adultos, ensayos y libros infantiles y juveniles. Ha recibido diversos premios en México y Argentina por su trabajo. En esta obra Ricardo, quien cree que en la vida diaria las personas han creado una situación terrible para los hijos y las nuevas generaciones, construye un mundo ficticio que recuerda a una realidad, por lo que para modificar el mundo nos invita a cambiar también la manera de imaginar. En sus propias palabras, «considero que la literatura en ocasiones tienen esa función: preparar para un mundo que esté terrible, que se está viviendo`, de lo que `las historias son una especie de vacuna en donde se enfrenten a los niños minimamente al mal, para que sepan que existe y que puedan imaginar como resolverlo«, manifestó.
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Un lector avezado no solo quedará atrapado por el misterio que envuelve la trama, sino que también percibirá reminiscencias de grandes obras de la historia de la literatura y la filosofía, como la alegoría del mito de la caverna de Platón o Utopía de Tomás Moro. Las palabras cobran vida en el texto y se mueven constantemente entre el terreno filosófico y literario. De hecho son las propias palabras las que en ocasiones dan vida a los textos, en el sentido más literal de la palabra, y sin ellas ni los protagonistas ni el lector podrían escapar de un mundo que, sin palabras, no dice nada.
Un mundo que tienen que reinventar y convertir en un lugar mejor, como Severiana.