Cuentos al amor de la pantalla

Hace unos días Florencia Corrionero, bibliotecaria y actualmente técnico del Servicio Provincial de Bibliotecas de la Diputación de Badajoz, reflexionaba sobre la narración en el momento actual y lo hacía con las siguientes palabras:

“Muchas veces hemos usado lo de “cuentos al amor de la lumbre” para hablar de la cercanía de la narración oral. No sé si será que tantas semanas de confinamiento ha cambiado algunas de mis miradas y percepciones sensoriales pero el caso es que ayer, en ese estado de extraña quietud que te dan los domingos por la tarde, ví la tercera entrega de “Cuentacuentos con Pan y Chocolate” de la Biblio Cabeza del Buey y sentí el calor de la voz, la cercanía de las miradas y las sonrisas de Rebeca Martin y de los niños Lucía, Javier, Celia, Paula, Ana y Carla; también el arte de las manos de Vicky Ledesma. Hablemos pues de los “cuentos al amor de la pantalla” y probemos a sentirlos porque son tiempos de vivir muchas cosas a través de ella.”

Nos encantó este nuevo término acuñado con tanta emoción, creatividad e ilusión como la que intentamos mantener a través de nuestro trabajo independientemente de que podamos desarrollarlo en un espacio cerrado, al aire libre o a través de una pantalla. La tecnología entendida como medio, y no como fin, cumple también la misión de llegar a espacios, momentos y situaciones en los que lo presencial no puede. Momentos tan complicados como el que vivimos en la actualidad.

Pero que a nadie se le olvide que detrás de esa pantalla siempre hay alguien: un docente, un narrador, un bibliotecario, un mediador, en el sentido más amplio de la palabra, que se esfuerza por humanizar la relación establecida entre dos puntos del planeta situados a x distancia que se conectan con un objetivo diferente – aprender, trabajar, relajarse, divertirse, desahogarse, desconectar- y con la misma emoción que lo harían de forma presencial.

Nuccio Ordine, humanista italiano, afirma que es fundamental no perder de vista la importancia de las relaciones humanas en este contexto, y saber distinguir la emergencia de la normalidad. Con respecto al ámbito educativo añade que “en medio de las incertidumbres yo he madurado una certeza. El contacto con los alumn@s es lo único que puede dar verdadero sentido a la enseñanza”.

Si extrapolamos su reflexión al ámbito de la narración podemos llegar a conclusiones similares. Que no falten los guiños, la comunicación gestual, la cercanía emocional al contar también a través de la pantalla es una tarea imprescindible del que cuenta; además ahora más que nunca recibe una respuesta tan directa del que escucha, a veces incluso instantánea, que le sirve para mejorar y adaptarse mejor al medio.

Nuestra tarea, independientemente de la distancia a la que nos encontremos, ya sean dos metros o miles de kilómetros, sigue siendo la misma: contagiar el deseo de leer, como decía Emili Teixidor, si es posible por contacto pero si no al menos nos queda la imitación y la seducción. Nosotras seguimos explorando todas las posibilidades del soporte digital para mantener la misma emoción, ilusión y creatividad que compartimos siempre con un punto curioso. Así que permaneced atent@s a vuestras pantallas porque pronto volveremos con novedades.

Muchas gracias,

Rebeca Martín