Ayer vivimos uno de esos días bonitos que no se olvidan. Primero, por poder compartir nuestros cuentos con los alumnos del CRA Tierras de Sayago en la Ermita de Argusino, un lugar precioso.
Y segundo, por descubrir allí otras historias, tristes pero reales, que nos hablan de pueblos que ya no están y de paisanos que tuvieron que derribar sus propias casas y marcharse por dejarle sitio al agua. Hace cincuenta años Argusino era un pueblo zamorano cercano al río Tormes, de clima agradable y gente trabajadora. Pero de un día para otro, por mandato y sin razón humana se quedaron sin casas, sin recuerdos, sin raíces y sin esperanzas. Ahora se reúnen sus descendientes, una vez al año, para celebrar una emotiva romería y pedir que nadie se olvide de que allí hubo un pueblo, y que aún bajo el agua y después de tantos años, Argusino Vive.