La triste historia de una subvención

En el año 2000 estábamos despegando por fin, con la agenda llena de actividades en bibliotecas, colegios, institutos, centros culturales… y llegó la pandemia. Con ella, una inundación en el local que me dejó sin apenas libros y sin el apoyo del seguro. Me vine abajo, como todo el mundo en ese momento, dudando mucho de poder seguir adelante en nuestra ciudad, Salamanca, en esas condiciones y sin horizonte. Hasta que un día cualquiera me levanté y dije: hay que tirar. Asi que alquilé un nuevo local, le raspé todo el gotelé a mano, me pasé el verano entero poniéndolo a punto y en septiembre inauguramos.

Seguimos trabajando contra viento y marea, con todas las medidas de seguridad necesarias y algunas más que decidimos implementar. Grupos pequeños, muy pequeños, pero con los que creamos un vínculo tan especial que no lo olvidaré jamás. Familias confiando en nosotras, niños con mascarilla que esperaban con ilusión el día de la semana que les tocaba reunirse con nosotras y con los cuentos. Instituciones, como la biblioteca de Zamora, que mantuvieron su programación habitual y contaron con nosotras con cariño y con cuidado. Económicamente no era viable pero queriñamos seguir y era la única manera de hacerlo.

Entonces anunciaron una subvención para autónomos. por fin. Una ayuda para mantener la actividad empresarial y alejarnos de la idea de cerrar inyectando 1000 euros al mes durante cuatro meses, los peores, en nuestra cuenta. ¿Por qué no? La solicitamos. Nos la dieron. y respiramos tranquilas. Queríamos seguir trabajando y esa medida nos permitía respirar un poco. Asi que pusimos todo de nuestra parte para que Unpuntocurios no desapareciera, y lo conseguimos.

Ahora, cuatro años después, la Seguridad Social me reclama los 4000 euros íntegros de la Ayuda por no cumplir los requisitos. Cuatro años después, en plena baja por maternidad, tengo que asumir que intentar seguir trabajando y hacerlo por el cauce legal no fue una buena idea. O quizás tengo que decirme a mi misma que no aprendo, que nadie ayuda a los autónomos nunca por mucho que haya intentado confiar alguna vez en programas institucionales, ayudas del gobierno o subvenciones. Nada. Que no puedo poner en las alegaciones que la facturación no se redujo más del 50% pero si un 45% y me quedé justo al borde porque no quise decir que “no” nunca a cualquier trabajo que me ofrecieran en ese momento. Siempre intenté dar una imagen positiva del “si se puede” y sirvió, claro que sirvió, porque un montón de personas nos agradecieron ser inspiración, ser trabajadoras, ser ejemplo. Sirvió pero eso no se cuantifica en una subvención ni en un requerimiento ni en un documento genérico hecho para dejarnos cuatro años después con la sensación de haber sido engañados y haber tirado para delante en una época complicada para que ahora en una época más tranquila sea la administración la que nos la complique a nosotros.

En fin, qué os voy a contar. Si eres autónomo y estás leyendo esto tendrás algo similar que compartir, y puedes hacerloe n los comentarios. Si no lo eras y tienes a alguno cerca, dale un abrazo que le hará falta, porque hoy es esto y mañana otra medida que nos perjudicará tanto mas que la anterior. Yo intentaré seguir adelante, porque afortunadamente tengo un montón de gente bonita alrededor que me ayuda, y que me abraza, y con la que puedo contar. De eso se trata al fin y al cabo, pase lo que pase: de contarlo.