Dar de leer como si pusieras una cuchara en la mano del que aún no sabe comer solo, y le enseñas a llevarse el alimento a la boca. Le guías con tus palabras, y dejas que el olor de la comida y la curiosidad por el sabor conduzcan su mano hasta que la cuchara roza su lengua y paladea. Entonces se produce la magia ¡le gusta! Y aprende poco a poco a llevarse una, dos y tres veces la comida a la boca. Sabe hacerlo solo pero con cada cucharada busca tu mirada y en ella se refleja el placer de lo que toma. Te necesita no para alimentarse sino para disfrutar el alimento.